miércoles, 24 de febrero de 2010

Mata Hari

Este cuadro es decididamente horripilante.  Lo se y lo asumo.  Lo asumo publicamente, sin verguenza y con resignación. Pensaba en Mata Hari, la holandesa bailarina que vivió en Sumatra, la espía internacional, la que fue traicionada por el único hombre que amó, la que fue fusilada por un escuadrón de 10 soldados, 3 lo suficientemente cobardes para atinar.  
Eso pensaba mientras profanaba este lienzo comenzado por el Cóndor, con una dulzura superior a mis fuerzas. Ahí estoy yo, pintada pintando esa misma escena por el dibujada, con el fantasma de Mata Hari y su amado infiel, tramando con el oído puesto sobre el corazón de ella.  Ella y su corazón partido, ella y su famosa expresión de soberano desprecio que blandió aún frente al escuadrón de fusilamiento. Ella y su talento,  su poder, su soledad, y su dolor.

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