martes, 27 de noviembre de 2007

Sentimiento Oceánico


Se quedaron en silencio, buscando sintonizar el ritmo, primero al rayo del sol, luego a la sombra, por último en la oscuridad de la noche. Olfatearon algo desconocido, siempre desconocido. No había necesidad de provocar nada. Había que disfrutar lo que había... algo diferente.
Para este fin había que endicar el río de pensamientos, la maroma de juicios previos, el griterío de la ansiedad. No era el momento para epístolas entre la mente y el corazón. Entregada ella a la luminiscencia de cada una de sus fibras nerviosas, y él a sus amados fantasmas, no había voluntad de palabras.
Así comenzaron a alejarse, cada cual meditando en su balsa, hasta perderse del todo de vista. En el medio el vasto, el hermoso, el profundo, el más bendito mar.