domingo, 2 de diciembre de 2007

La Calandria y el Dragón


La administrativa compadeció a la calandria que perdió sus mejores años amando y protegiendo al dragón a pesar de sus continuas infidelidades, traiciones y destratos, productos de patente indiferencia. Se preguntó si el dragón pagaría tarde o temprano por su desdén, la calandria por su insensato sentir; si un celestial perdón los iluminaría a ambos, o un infame olvido los cegaría, cerrándolos al usufructo de sus mejores recursos.
Quienes merodean el amor pierden la inocencia, convirtiéndose en depredadores de su propia esencia que el Universo evaluará, y permanecen unidos o encadenados, según la pureza de sus intenciones. Unidos sumamos, encadenados repetimos. El alineamiento de los escolares, de los presos en el patio, y de las empresas a estándares de calidad, son una y la misma cosa: condena de repetición por abuso de amor (origen de toda belleza y abundancia); y en última instancia, calandricidio culposo. No siendo la calandria inocente, pero ya si, inimputable.