martes, 15 de julio de 2008

HOGAR, LE DICEN...


Una amiga internó a su madre en un Hogar. Se trata de una casa, sin cartel en la puerta, con un living/comedor/cocina de 8x4 y habitaciones que no me atreví a visitar. En ese metraje viven 16 (si, dieciseis) adultos mayores en sus sillas de ruedas, ninguna de las cuales pasaría por la puerta, ni de hecho hallan utilidad alguna para sus ruedas, siendo que el espacio transitable queda reducido a un laberinto de obstáculos que sólo una persona ágil, delgada y muy motivada sería capaz de transitar.
No es el caso de ninguno de los habitantes de este "Hogar". Que para peor, lejos está de ser barato. Los pensionistas abonan una mensualidad de US$500 por el privilegio de que cuando hay un poco de sol, una empleada con rostro de malpaga los zarandee hacia un costado para poder airear el colchón, para que ellos sigan respirando y sus familiares pagando. Aunque más les debe importar que no se pudra el colchón, con lo caros que (les) son. Porque viejos desamparados y familiares negligentes nunca faltarán. Será la razón por la que en el barrio existen por lo menos 5 lugares similares (y mucho peores, según me informan).

La feliz parejita que regentea este depósito de ancianos demenciados, que sobreviven allí un promedio de 11 meses se embolsa mensualmente US$ 8000! A cambio de esta nada despreciable ganancia que perciben por su hospitalidad, les brindan a sus huéspedes el gran lujo sin el cual su empresa sería inviable: un pequeño televisor color con señal satelital! Dos mesas, en torno a las cuales pasan los huéspedes todas las horas de sol, y un reloj de pared, que hasta marca la temperatura. De la cual si así no fuera, jamás se enterarían, porque viven hacinados en una habitación húmeda y enmohecida de la que desde el día que ingresan, no vuelven a salir.

Nos fuimos las dos sin hablar, hasta que ella comentó "¡Que horrible terminar así!", deslindando toda responsabilidad de autoría, y pretendiendo mi complicidad. Lo cierto es que me resulta dificil mirarla a los ojos, y aún sabiendo toda la culpa y la angustia que toda la situación le provoca, no puedo comprender ni disculpar su irresponsabilidad.

Por las dudas yo aquí pregunto y doy los datos: Calle Río de Janeiro Manzana 124 Solar 5, a cuadra y media de Av. Giannatasio en Lagomar. ¿Que autoridad estatal se encarga de controlar y regular estos lugares? ¿Donde encuentro a los que deberían juzgar y encerrar a perpetuidad a esta parejita de delincuentes y todos sus colegas? ¿Ministerio de Salud Publica? ¿Ministerio de Desarrollo Social? ¿Quien se ocupa? Si alguien sabe, por favor avise.