martes, 20 de noviembre de 2007

Creía... ahora...¿se?

Como todo el mundo creí alguna vez en la media naranja. Y la debo haber encontrado... para darme cuenta de que no soy una naranja, ni media, ni un quinto, y que la única característica que con dicho cítrico comparto es el aspecto de la piel de mis glúteos (y no precisamente su color). Y no lo digo de amarga, no, que de eso tampoco tengo... aunque a veces no me falte acidez. Lo digo tras haber sido media mountain trekker, media jardinera, media mecánica, media futobolera... media boluda o hasta un poco más, en el futil afan de seguir el sendero de mi objeto de amor.
Caminar juntos... ¡oh sublime objetivo!, mirar en la misma dirección... también lo creí en un tiempo, para descubrir que es un viaje en 104. Con mucha paciencia, no poca resignación, y un elaborado escenario virtual con que entretenerse, el viaje se hace -por lo menos- más corto. El 104 nos hace pacientes o hipertensos. El país en general nos brinda generosas oportunidades de aprender a manejar la ansiedad... o morir.

Creí en la química y descubrí que dura poco. Creí que la vida tenía un sentido intrínseco, y jamás lo encontré... por encontrar uno para cada día. Creí en Dios hasta que empecé a ver dioses por todas partes. La mayoría de mis creencias se anularon por proliferar: crecieron, explotaron y fueron millones. Hoy ya no sé si es que no creo en casi nada... o si creo en casi todo. Y ya ni siquiera veo la diferencia. Mejor me voy a dormir...