jueves, 28 de febrero de 2008

El ave infló el pecho emuplumado y emitió su visceral graznido, el que tanto le envidio. Me vió ahí parada, batió fuertemente las alas, una, dos, tres veces, y se avalanzó hacia las alturas su deseo.
Me subí al auto, conduje diez kilómetros, y estacioné bajo la ventana de él. Me quedé contemplando las alturas de su terraza, y hubiera deseado ser lo suficientemente audaz para dar el temido salto. O al menos emitir un llamado audible.
No se adonde habrá llegado aquél pájaro que me inspiró. Pero se que yo morí en la orilla.

STRANGER SONG - LEONARD COHEN




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