miércoles, 23 de enero de 2008

EL SOUTIEN MÁS ROTOSO

(SÓLO PARA ADULTAS)

Es un hecho. La bombachita y el soutien más vergonozosos de tu placar, son los que te acreditarán a la mejor de las noches. Si. Y el día que dejes olvidada cual romántica prenda de "nos volveremos a ver..." una pieza de ropa interior en la casa de él, será ese armatoste de alambres sobresalidos que debiste tirar hace 5 años, pero es tan cómodo (aunque pinche un poco...)
Estoy convencida de que es una ley, así de inexorable como lo que dicen las cartas, y de eficaz como sumergir tu ágata en agua con sal tres noches antes de la luna llena. Mayor porcentaje de éxito que cualquier hechizo o filtro de amor. Nunca falla.
Esa noche que salís entregada a la triste realidad de que no vas a coger nunca más (y por lo tanto hace meses que no te depilas y que has pasado a usar ropa interior muuy cómoda)... es la noche que te pegás un revolcón como ninguno. Aún cuando hayas pecado de incontinencia oral, y a duras penas puedas recordar los detalles del evento... todo tu cuerpo y tu aire al andar habrán acusado recibo.
Como nada es perfecto, cargarás con la vergüenza del maldito artefacto traspapelado en la nebulosa de un despertar atolondrado, mientras vivas. La resaca, el apuro de la hora, la confusión mientras lo acontecido se organiza en una serie de líneas de acción definidas, atentan aun contra esos hábitos tanto tiempo atrás automatizados, como es el orden en que se colocan las prendas de vestir, sin omitir ninguna.
Puede pensarse que este tipo de incidentes pueden evitarse simplemente evitando las prendas obsoletas... cada una sabe de cuales se tratan.
Pero no. Este accionar nuevamente nos planta en el pantano de la expectativa. Así que mujer: asúmete pro age junto con dove, hazte creyente de la Belleza Real que nada sabe de adornos ni de defectillos (incluir aquí rollos, estrías, celulitis, puntos negros, piernas pinchudas, etc), y salile nomás a la calle con tu alegría inmaculada y tus incontenibles ganas...
Y jamás de los jamases se te ocurra recordar los detalles antes mencionados en la previa, mucho menos como condición inhabilitante. Mucho más vale en la vida olvidarse de las propias vergüenzas por ahí.