miércoles, 20 de enero de 2010

(Este) Espacio Entre Nosotros

(Este) Espacio Entre Nosotros

Una familia es una fábrica de gestos. Una fábrica abstracta de rostridad. El vínculo nunca es un flujo direccional Yo-Tu, sino un espacio. Multidimensional, plegado, estratificado, con atravesamientos y nudos, transversalizable. Espacio pleno de sentidos, de polivalencias. En el vínculo hay historia, química, imagos, expectativas, juicios previos, ansiedad, deseo y temor. Es el espacio donde se vivencian juntas la mayor cercanía y la irreductible distancia. Donde la alteridad convoca al las tinieblas de la diferencia, y estas a su vez acicatean ya el deseo o la ansiedad, la atracción y el repliegue defensivo.

Para que haya un Yo, tanto a nivel filogenético como ontogenético, tiene que haber un Otro. El Otro precede siempre al Yo, lo siembra. El otro, para el Yo en ciernes, es un espejo roto. A medida que va madurando pasa del vínculo especular, a un relativo grado de reconocimiento del otro como tal, y a la renuncia narcisística correspondiente. El dolor que esta renuncia ocasione determinará cada particular configuración de alteridad. Magnitud de la corriente alterna que resistirá el sujeto sujetado por sus expectativas y sus miedos

Asumir la alteridad es el momento previo de la integración psíquica, es decir, es un prerrequisito para que el niño pueda apoderarse y usar los objetos del mundo.

Asumir la alteridad equivale a asumir la responsabilidad de ser. Y hacer frente así al desafío del encuentro real.


En ciertos estados de conciencia, la vivencia de la alteridad cesa, en aras de satisfacer necesidades arcaicas. El sentimiento oceánico es la búsqueda romántica. Desde ese emplazamiento de sujeto, las nociones de identidad, razón y conciencia tienen fecha de elaboración, y caducan. El Yo impulsado por Eros anhela fundirse, disolverse, sentirse contenido. Expresa al recién nacido, en estado de necesidad e indefensión. Asumiendo el cambio, expresión de la discontinuidad, el sinsentido, la finitud. Asumiendo el matrimonio del Amor y la Muerte como germen de sus anhelos y añoranzas.

El Yo es un recorte aleatorio, un nudo, una relación de fuerzas, en determinado contexto, y a cierta velocidad. Llegamos a ser mediante un mecanismo de defensa, la identificación. Que funciona a base de una lógica binaria: tragar/escupir, introyectar/proyectar. Si asimilarte o acomodarme, asumirte o negarte y negarme a vivirlo, dependerá de ritmos y modalidades del sujeto en su estado actual de desarrollo. De sus ansiedades dominantes, y sus estrategias defensivas, de su velocidad de intercambio. De sus dolores, sus rencores, sus miedos. Del devenir del Deseo.

El contacto implica evitación. En caso contrario, es confluencia, modalidad anhelada por quienes desean evitar los choques y las chispas en pos de una cómoda convivencia fóbica. Predisponer al contacto, posibilitar explorar el espacio, este espacio, entre nosotros, es, en última instancia la función de la palabra, sabiendo que desde sujetos sujetados por el lenguaje, podemos montar un entretenido simulacro, pura rostridad derramada en todas direcciones.

Lic. Mercedes Bocage.