sábado, 13 de marzo de 2010

LA DUDA FATAL

Recuerdo bien la tarde, que junto al inmenso vitreaux de la Virgen iluminado por el sol de las diez de la mañana, y a los propios pies de San José, el padre Daniel tomando mi primera confesión, previa a mi primera comunión, dudó unos segundos antes de responder a mi pregunta.  Era la pregunta más importante de mi vida. ¿Es posible hablar con Dios?  Yo vengo conversando con él de toda la vida, pero a veces me preguntó ¿será Dios? ¿o será alguna otra parte mía?  Yo necesitaba que el padre me asegurara que esa voz que me aconsejaba, me explicaba, me impulsaba a dar lo mejor de mí, era la de Dios.Y no las precarias conclusiones de una niña de diez años.  Y el padre, dudó.  Y mi fe se rompió en pedacitos.  Paradise lost.
Hoy Pipe me reprochaba que le hubiera contado la verdad acerca de Papá Noel.  Le hubiera gustado no saberlo nunca.  Todavía queda uno en la clase que aún cree, y a él le hubiera gustado ser el último en despertar. 

Los sueños son tan bellos...¿a qué despertar?  
¡Maldita sea, la duda fatal! 

La Realidad es un acuerdo que algunos nunca logran acreditar.

Pobrecitos.

¿No? 

La ventaja de las preguntas es que se vuelan.