domingo, 24 de febrero de 2008

ALIENACIÓN


"Proceso mediante el cual el hombre o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. Estado de ánimo, individual o colectivo, en que el hombre se siente ajeno a su trabajo o a su vida auténtica."

Cuando Elisa se encontró con Mauro, escaneó su imagen e infirió a partir de ella las definiciones básicas. Puede llegar a servir para una suplencia, pero no para un cargo efectivo. Un tabique nasal que evidenciaba antigua rotura, puños cerrados y mirada evasiva, fueron las pruebas que relevaron el interrogatorio.
Mauro se sometió al examen no sin quejarse. "No me juzgues por eso..." Se supo bajo la lupa de Elisa y sintió cierta inquietud, responsable de la tensión de sus músculos, de esos puños cerrados que dan cuenta que el observador indefectiblemente altera lo observado.
Fue fácil encontrar los adjetivos y sustantivos con que enmarcar el pretendido encuentro. Al menos ambos utilizaban el mismo sistema operativo, haciendo verosímil la fantasía de vasos comunicantes. Bin/bash, línea de comandos. Donde Bash es caparazón, propiamente concha re-editada -Bourn Again Shell- una forma de habitar y de encarar los vínculos. Donde bin/bash precede a toda acción, y procede de la arcaica dialéctica entre miedo y deseo. El lenguaje impone economía, y una forma expeditiva y tipificada de razonar. La vida impone dinamismo, porque el tiempo es el mayor de nuestros tesoros, y el deseo manda.


Bin/bash bicho, aventura, affaire. Con cada encuentro, Mauro y Elisa se iban conociendo menos. Resultó que Elisa era una utilidad creada en JAVA, Just Another Vague Acronym, popular lenguage de programación que en su pueblo se traducía A.M.O.R: Antiguo Modo de Ordenar la Reproducción. Atrás de ese bin/bash, comando... estaba la creencia de que el sexo es un encuentro trascendente. Recién a los treinta y pico, y tras tres divorcios, descubre que amor y sexo no son una y la misma cosa. Descubre que el sexo también puede ser una sofisticada manera de alienarse. De impedir la invasión emocional del otro.
Y resultó también, que Mauro se desarrolló en GeneXus, de género somos, herramienta basada en conocimiento básicamente visual, sobre el que se generan rápida y económicamente adaptaciones y homoestasis. Sexo es pene y vagina, porque cuando tenía 14 años su tío lo llevó a debutar con una puta, vieja y fea, pero paciente y comprensiva. Tras varios años de matrimonio, llegó a vislumbrar que el sexo era también una forma de encuentro, un campo de despliegue de afecto e intimidad. Luego su mujer lo dejó, porque no quería un perrito faldero, sino un alto nivel de adrenalina en sangre, y una vida rodeada de lujo: infinita capacidad de consumo cuanto más indiscriminado, mejor.

El problema de este lenguage basado en la identificación de género con sus roles y estereotipos acerca de las agrupaciones de líneas de comando y sus jerarquías, es que genera conflictos con la información no visual. Lo que Mauro veía en Elisa no coincidía con lo que Elisa verbalizaba, ni con el olor de Elisa. Pero eligió ignorar estos detalles.
Las distracciones salen caro. El empecinamiento con que Mauro y Elisa se adherían a sus lenguages (por no tener alternativa) los obligó a ignorar los incidentes críticos que al irse acumulando en la sombra de su conciencia, en los márgenes de la experiencia, fueron elevando la temperatura de ciertos componentes básicos vitales, sus memorias, para desembocar finalmente en un error fatal: alienación, convertida en hábito, irreversible.

Mercedes Bocage