lunes, 3 de noviembre de 2008

philip glass: metamorphosis 4

HOY ME FALTAS


¡Que tormento, que agonía!! Cuando me muevo (o paralizo) al son de lo que me falta. Si es que me faltas tu, o me falta dinero, o me falta dejar de fumar. A veces, por momentos, estas faltas me inspiran. Y por eso me atraen. Sufffro, porque la falta y la necesidad me ponen creativa, y me gusta sentirme así. En definitiva: sufro porque me gusta. Es triste, pero cierto.

Tengo picos de los otros, también: me siento multimillonaria y agradecida a la vida, a Todo, a Todos, ángeles que cohabitan este núbico mundo feliz. En tiempos como esos vuelo, y si algún envidioso me escupe, le tiro un beso.
Cuando la falta me atormenta, me vuelvo una bruja: me salen garras para arañar y verrugas que asustan, me cargo dos bolsas de piedras para asestar a todo el que se me cruce, y ahí camino como arrastrándome bajo todo el peso, el cansancio, la rabia y la indignación por mi falta, por mi necesidad que el mundo de puro cruel se empeña en no satisfacer.
Cuando la falta me atormenta, es casi siempre cuando como mejor. Compro sólo harina y leche, y hago tartas de verduras de mi huerto, como nísperos, tomo te de pasto limón, y saboreo cada una de las hojas de mi jardín, y las flores. Cuando lo que me falta es dinero, me siento contenida y conectada con la tierra. Y tiendo a incorporarme al flujo incesante y de tan lento, casi imperceptible de los ritmos de la tierra y sus procesos de adaptación y cambio. Todo llega y todo pasa, mejor me tranquilizo y espero. Esto también pasará.
Y al rato me calzo las alas y monto rauda mi caballo blanco, con el poder de mis manos elevo y suspendo mi halo alrededor de mi frente, y me comprometo, y te regalo infinito amor del más puro.
Cuando lo que me falta es dejar de fumar, creo una nube de tabaco impenetrable en mi entorno. Ahora... cuando lo que me falta sos tu, de las faltas es la más dulce y desesperada. Mi esperanza se hace infinitesimal diamante, estrella distante, mi diluvio interior el canto de un solitario zorzal al poniente. La melodía es de cristal, los puchos infinitos. Es una falta que me parte y me agrieta, que me seca y desintegra. Y es cuando presa de una ráfaga, me voy a volar y renazco siendo alguna para alguno, que aún no conozco.

Mercedes Bocage