martes, 11 de diciembre de 2007

Peces muertovivos girando en su pecera


Mi hermana soñó con esqueletos de peces, dando vueltas en una pecera, la noche antes de firmar contrato con quienes serán dueños de su vida durante mínimamente los próximos tres meses. Podrán disponer de cada una de sus horas, y radicarla en Cochinchina Boreal a la voz de aura, y sin derecho a pataleo. Pero claro: es una de esas oportunidades que no se pueden dejar pasar. ¿No?
Yo vengo paspando mis ovarios contra facturas y recibos de sueldo, y ni siquiera por un sueldo tentador, sino por salir un rato del tubo de ensayo. En mi estado mental actual, de lo que me tiren, me prendo. Igual, de un cable pelado.
¿Cuanto vale una vida humana? No mucho, me temo y lamento junto a idealistas y poetas. Sólo lo "necesario" para mantenerla tal.

¿Vámonos para Tramandai a pintar pareos? Vamos, che.
Apurate.
Tenemos que correr.