martes, 28 de abril de 2009

IMPERMANENCIA Y ANGUSTIA


Todo es impermanente, si bien hay cosas que duran muchísimo tiempo, todo acaba por cambiar o desaparecer. El caracter es una de esas "cosas" -si es que es legítimo cosificar una forma de estar- que permanecen estable con los años. Pero si acechamos esos estados como buenos sobrevivientes, también conseguimos alinearlos con el flujo natural del ser, que se rige por el principio de impermanencia. Todo lo que nos produce gozo o dolor tiene fecha de vencimiento, siendo la unidad mínima de existencia el acontecimiento, como algo que estalla en el ser y lo tiñe.

Anoche Pipe se puso a bajar una película. Al principio vió que iba a demorar tres horas, por lo que cada diez minutos se acercaba a la pc para descubrir que ahora demoraría once horas, luego dos, luego 6, luego 4. Así que rió y se liberó momentaneamente de su ansiedad. Hizo sus cálculos y concluyó que antes de irse a dormir, seguramente podría verla.
La ansiedad mentalmente contenida, rompió el dique y se transformó en angustia cuando a minutos del lapso estimado, se acercó y constató que faltaban 3 minutos, y luego 7, y luego 2, y luego 4... y el indicador de Tiempo Restante no cesaba de cambiar sus predicciones segundo a segundo. Fue cuando se ovilló en el sofá, y cubriéndose la cara empezó a sollozar silenciosamente. "Eso cambia todo el tiempo!" Fue su respuesta angustiada a mi pregunta. Me acerqué a él, lo abracé y lo senté en mi falda, y entre miles de besos mariposa y mimos de dedo sobre mi naricita preferida, se relajó recostándose en mi. Ahora vamos a buscar las palabras mágicas, dije yo, confiada en que encontrar la fórmula precisa iba a insumirnos el tiempo restante. Y mágicamente, en el momento en que la consabida fórmula fue enunciada de la forma correcta, la película terminó de bajar.

Si vivir es fluir en espacio y tiempo, la angustia vive en los umbrales, y nos ataca al entrar y salir. Puertas que son cambios que son acontecimientos, que son por imprevisibles, mágicos.

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