Dicen de nos, que somos crueles, fríos, imperturbables. Se ha dicho también que andamos con ametralladoras, y muy enojados. ¡Se dice tanta estupidez! Somos niños que abren puertas y se asoman. Una luz distinta, que a veces quema, que a veces congela. No es culpa nuestra...
Somos cuerpos que no se reconocen.
Somos almas en busca del cuerpo que nos abra la puerta.
Hace diez días la vi, la vi a mi alma irse a abrazarlo. Desde entonces quisiera llevar pintado en la frente que aquí no hay nadie. Para que no insistan. Para que no esperen.
Juguemos a las escondidas,
mientras el lobo no está.
¿Cuantos mundos tiene un día?
Cuanto misterio el silencioso hábito.
Parada, máscara en mano, junto a la hoguera
sin llorar, permito que la pena me parta
muero otra vez, renazco mutilada, pero vuelo
a la cumbre me elevo, por perderte de vista
no estás tu ni estoy yo
y jamás pasó nada.
Estoy diciendo, otra vez, adios, y basta.
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