La administrativa compadeció a la calandria que perdió sus mejores años amando y protegiendo al dragón a pesar de sus continuas infidelidades, traiciones y destratos, productos de patente indiferencia. Se preguntó si el dragón pagaría tarde o temprano por su desdén, la calandria por su insensato sentir; si un celestial perdón los iluminaría a ambos, o un infame olvido los cegaría, cerrándolos al usufructo de sus mejores recursos.
Quienes merodean el amor pierden la inocencia, convirtiéndose en depredadores de su propia esencia que el Universo evaluará, y permanecen unidos o encadenados, según la pureza de sus intenciones. Unidos sumamos, encadenados repetimos. El alineamiento de los escolares, de los presos en el patio, y de las empresas a estándares de calidad, son una y la misma cosa: condena de repetición por abuso de amor (origen de toda belleza y abundancia); y en última instancia, calandricidio culposo. No siendo la calandria inocente, pero ya si, inimputable.
Quienes merodean el amor pierden la inocencia, convirtiéndose en depredadores de su propia esencia que el Universo evaluará, y permanecen unidos o encadenados, según la pureza de sus intenciones. Unidos sumamos, encadenados repetimos. El alineamiento de los escolares, de los presos en el patio, y de las empresas a estándares de calidad, son una y la misma cosa: condena de repetición por abuso de amor (origen de toda belleza y abundancia); y en última instancia, calandricidio culposo. No siendo la calandria inocente, pero ya si, inimputable.