jueves, 4 de octubre de 2007

OJO QUE ESCUCHA EL VECINO

Son sólo fantasías. Decía como quien contempla un duende de azúcar. Y continuaba sacándolas de la cartera, hasta atestar por completo la gran habitación antes vacía.
Son sólo juegos. Jamás posó sus ojos sobre un reglamento, y sobrevolaba cada partida como si fuera espectadora imparcial de su doble jugando.
Durmió otro rato. Cuando despertó, la sombra la encontró empachada y perdida.

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